Sí, por fin fui a ver la exposición de Sorolla y, desgraciadamente, sufrí la falta de respeto y la mala educación de más de la mitad de los que allí estaban conmigo, tirando por bajo. Y es que además de darnos un tríptico de la exposición, deberían darnos unas normas básicas de conducta y respeto mínimo, porque, en general, se adolece mucho de ambos.
¿Porqué nos emperramos en ir a ver una exposición si no nos gusta la pintura ni tenemos repajolera idea de qué hacer allí? Pues porque "se lleva". Porque "va la gente". Porque me lo ha dicho mi "prima MariPuri". Porque lo ha puesto "el dominical de El País por las nubes" y tantas estupideces más. Yo no entiendo porqué, todos tenemos que ir a todo. Yo no voy a ver partidos de rugby, ni voy a ver exposiciones de joyería, ni de alfarería, ni exposiciones de coches, ni de tantas y tantas cosas, solo para que me den una bolsa de plástico, 3 lápices y 5 chupitos de vinos variados, aunque tenga que aguantar colas de todo tipo. En España sí. Aquí matamos por estar todos en todos sitios. Y si dan algo gratis, mucho más, aunque luego lo tiremos a la basura.
Yo, que suelo ir a exposiciones habitualmente, no a todas por que no todas me gustan, ya que disfruto muchísimo, asisto en silencio (esto es fundamental); respetando el espacio; cuidando de no molestar a quién o quiénes están deleitándose con su contemplación; esperando pacientemente para leer las explicaciones que el/la/las/los comisarios de la misma van detallando sin avasallar a nadie y, sobre todo, haciendo lo que se llama "el arco", para ver la pintura sin molestar al resto de visitantes, ayer me encontré con la peor exposición que recuerdo y eso que se va con hora.
Teníamos las 14'30, hora de entrada y a la misma nos encontrábamos, como clavos, para entrar. Los responsables del museo nos hicieron esperar 15 minutos porque la gente entra y para sacarla no hay arpones suficientes en toda la flota del Cantábrico, claro que me pregunto, visto lo visto, qué narices hacen dentro que no puedan hacer fuera.
Entramos y ya me causó desilusión que las salas eran pequeñas y Sorolla necesita espacio para poder ver sus cuadros. Si lo miras de cerca ves las pinceladas, si lo miras de lejos ves el movimiento, que era lo que él quería, pero parece que el comisario o comisarios de la exposición no han pensado en esto.
Estando, como están, tan pegados es difícil no molestar a unos o a otros pero con buena voluntad se puede conseguir, sin embargo cuando te encuentras dentro a familias con niños corriendo, gritando, saltando y pasando de la exposición, se torna cuasi imposible. Cuando digo pasando de la exposición, lo digo porque se compran los audífonos para escuchar y lo hacen de espaldas al cuadro, pero pegaditos al lienzo, colocados justo en medio y molestando a los que nos interesa mucho más su contemplación que la pura explicación de si el cuadro está basado en "esto" o "aquello", porque por encima de todo está el respeto al espacio de la contemplación de la obra del artista. Y más aún, llevando los audífonos en un oído, se emperran en hablarse y lo hacen a grito pelado. Si esto lo multiplicamos por 100 personas, es un mercadillo. Una vergüenza.
Y si eso fuera todo.....
En todo ese guirigay, con la cabeza como un bombo, y harta de tocar hombros y pidiendo por favor que fueran a comentar la boda de su amiga a otro sitio y que dejaran ver el cuadro, o que le pidieran a su niño que dejara de patearme el tobillo, o que retiraran el carrito del bebé que imposibilitaba el paso para ver el siguiente cuadro, me encuentro a una serie de "mindundis" que dan pena.
Primero a uno que "denuncié" a los vigilantes, que, patilla de gafas en mano, chuleándose ante una jovencita, decía que él ni por asomo pintaría los arbustos como Sorolla mientras arrastraba la patilla sobre un arbusto en el cuadro de "María vestida de labradora valenciana" (evidentemente si fuera pintor de verdad, tendría más respeto por una obra de arte) y fue conminado, después de asesinarme con la mirada, a abandonar la exposición.
Después a otra "pánfila" que llevaba a un "profano" a su lado, que la miraba "arrebolado", que le explicaba un cuadro, cuyas dimensiones rondaban los dos metros por dos y medio de alto y ancho, bien pegaditos al cuadro, justo en el centro para molestar al resto del respetable, como no podía ser de otra manera, con lo que no veían ni a cantar la totalidad del cuadro, al carecer de perspectiva (demostración inequívoca que la maestra no tenía ni repajolera idea de pintura), llamado "Aldeanos leoneses", empeñada en contarle que Sorolla quería contarle al mundo, con el retrato de esos aldeanos leoneses, la historia de "la Castilla profunda". ¡Manda cojones!
¿Para qué narices llevamos a los niños a las exposiciones si no vamos a hacernos cargo de ellos? Me parece bien que queramos inculcarles el amor por las artes pero bien distinto es llegar a la exposición y pasar de ellos como de comer ortigas, pegando de vez en cuando algún alarido para adivinar donde están, mientras sus retoños, como se aburren, corren, saltan, chillan, pisan a todo cristo, y amargan al más pintado, sin contar que los vigilantes tienen que perder su tiempo atendiendo las barrabasadas de los críos en vez de salvaguardar la vida de los cuadros.
¿Y algunas madres con sillitas o cochecitos de bebés? Digo algunas porque no todas serán iguales, al menos así lo espero, sin embargo parecen auténticas conductoras de "Tanques Leopards". Ellas empujan el cochecito y "o te quitas o te quitan". Las ruedecitas de los coches, en la parte de atrás de los tobillos, son asesinas, puedo dar fé y la contestación es que como llevan un cochecito....
Hay diversas bancadas donde uno puede sentarse, imagino que para tomar algo de aliento, incluso, para poder ver los cuadros sentado. Imposible. Las tertulias de señoras mayores, algunas de ellas descalzas porque se han puesto esos zapatos que las hacen cisco, imposibilitan disponer de un mísero espacio para estar ni 3 minutos. Es más, sus bolsos, bolsas y "archiperres" tienen prioridad antes que cualquier visitante de la exposición. Y yo me pregunto ¿no estarían mejor en una terracita tomándose un café?
Cada día falta más educación y mucho más respeto, no sólo por los que nos rodean sino por todo. Somos auténticos depredadores y "cargaditos de razones" porque cuando les dices algo siempre tienen alguna buena razón para haber hecho alguna canallada. Jamás una disculpa. Eso es lo peor.
Cuando un pueblo pierde el respeto y encumbra la chabacanería, la mala educación, la estupidez, la estulticia, la grosería, y el lote completo de lo que no se debe ser ni hacer, no se merece ni el aire que respira. Ha de volver al jardín de infancia para comenzar su aprendizaje desde el principio.
Me volveré a conformar, como hasta ahora, con exposiciones más normales, más pequeñas, más tranquilas. De esas que visito a mediodía en la Fundación Mapfre, o en la del BBVA, o en la del Santander, o el Canal de Isabel II, Caja Madrid, etcétera, donde puedo disfrutar porque la gente que va, sabe a qué va y no se echa de menos ni una brizna de educación ni de respeto.
¿Qué pensarán los extranjeros que ven estas demostraciones de "españolidad"? Otra asignatura que suspendemos: Educación: CERO (y esta no se estudia en el colegio, esta se mama en casa cada día)
Postdata: Lo peor de esto es que se necesitan varias generaciones para solucionar este tema desde que se toma conciencia que existe y no hemos llegado a ese punto.